No hay empresa en el mundo que no quiera saber cómo se están desempeñando sus competidores. Esta práctica de comparar empresas, que durante mucho tiempo se ha llamado benchmarking, es una forma muy válida para que las empresas comprueben si su desempeño es bueno o malo en relación con otros puntos de referencia, además de ellos mismos.
Si la empresa solo se compara consigo misma, tendrá una visión miope del mercado, no viendo oportunidades que otras empresas ya han logrado obtener.
En el ejemplo simple a continuación, si la empresa representada por el color rojo solo observa su historial de desempeño, comprenderá que está mejorando cada vez más y que su desempeño es muy bueno. Pero si tiene información sobre el desempeño de otras empresas, sabrá que su desempeño estuvo por debajo de lo que podría haber sido.
Fuente: OIT
Comprender que la evaluación comparativa es importante es fácil. La parte más difícil, sin embargo, es hacer que funcione.
Hay dos barreras principales para esta operacionalización. La primera barrera importante es lograr que las empresas acepten proporcionar sus datos para comparar. La mayoría de las empresas quieren conocer los datos de otras empresas, pero no quieren mostrar sus propios datos, alegando confidencialidad.
La segunda gran dificultad es la estandarización de la información entre empresas, lo cual es fundamental para permitir comparar, sobre una base equivalente, las operaciones de diferentes empresas.
En su última publicación, el bernardo falcon comentó sobre las dificultades de medir los indicadores de desempeño logístico, y la Thatiana Nomi también había comentado sobre errores comunes en la creación de indicadores.. Si la correcta medición de indicadores internos en una misma empresa ya no es muy sencilla, las comparaciones entre distintas empresas se vuelven aún más complejas.
Pero no todo es difícil. Por ejemplo, para que no se rompa la confidencialidad, la solución ideal es contar con un agente externo independiente para realizar las comparaciones, que no sea una de las empresas que se comparan y que no tenga un interés directo en los resultados del benchmarking. Puede ser una asociación, instituto, consultoría o incluso una herramienta automatizada creada especialmente para ello. Esta exención es importante para que sea posible comparar datos entre empresas sin identificar necesariamente el nombre de cada empresa que proporciona los datos.
Otra buena noticia, de la que pocas empresas se han dado cuenta, es que la evaluación comparativa no tiene que hacerse exclusivamente con la competencia. Incluso es muy recomendable realizar comparativas entre empresas de diferentes segmentos. Esto permite una vista “lista para usar”, además de que el intercambio de información se vuelve mucho más fácil y abierto.
En cuanto a la estandarización de los indicadores, es fundamental que las métricas estén establecidas antes del inicio del benchmarking, especificando claramente el método de cálculo para cada indicador. Las empresas participantes deben comprometerse a realizar los cálculos de acuerdo con lo definido para la comparación y comprender que no siempre utilizarán los mismos indicadores que se monitorean regularmente a diario. Por ejemplo, la empresa puede monitorear internamente la tasa de disponibilidad del producto, definida como el total de unidades entregadas sobre el total de unidades ordenadas por el cliente, pero el benchmarking puede definir que la comparación de disponibilidad se calculará por el porcentaje de pedidos completos entregados sin ninguna falla.
Una facilidad para las empresas es que algunos benchmarking ya están estandarizados y listos para usar. El Instituto ILOS, por ejemplo, proporciona varias formas de evaluación comparativa, incluida la comparaciones de precios de transporte por carretera entre transportistas, visitas técnicas a instalaciones de empresas internacionales e investigación de campo comparativa entre empresas de diferentes segmentos.
Para las empresas que aún no realizan evaluaciones comparativas periódicas, ¡vale la pena comenzar!