La huelga del transporte de mercancías por carretera de mayo de 2018 en Brasil planteó muchas preguntas sobre las reivindicaciones deseadas por los camioneros.
Uno de los puntos cruciales señalados está relacionado con los costes del transporte por carretera.
El gasóleo es el principal insumo de los camiones, y el precio que se cobra en las gasolineras influye directamente en cuánto tendrán los transportistas a cambio de su servicio de carga.
El siguiente gráfico muestra la historia del precio del diésel S10 cobrado en las estaciones de servicio brasileñas entre 2013 y 2018. Mayo de 2018 fue el mes más caro de la serie, cuando el precio promedio fue de R$ 3,69 por litro, llegando a alcanzar R$ 4,89 por litro en algunas partes del país.
Los estados donde el combustible es más caro son los de más difícil acceso en el norte de Brasil (Acre, Amapá y Roraima), pero también los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, donde la producción agrícola es muy alta y requiere mucho de transporte
Fuente: ANP. Análisis ILOS
La fuerte subida del precio del gasóleo en los últimos 12 meses ha venido acompañada de una enorme imprevisibilidad en los importes cobrados por las estaciones de servicio. Esto se debe a que hubo cambios en la política de precios de Petrobrás, que ahora permite cambios diarios en los precios de venta de las refinerías. La orientación anterior era que los reajustes serían una vez al mes.
Estas variaciones constantes de precios redujeron drásticamente la previsibilidad de los transportistas sobre cuánto tendrían que gastar en su artículo de costo principal. Y esto genera mucha incertidumbre en relación al precio del flete a cobrar a las industrias que contratan el servicio de transporte.
Tenga en cuenta que las grandes empresas que contratan transporte suelen negociar los precios de los fletes con sus transportistas durante un período determinado, que puede ser de 1 año, 6 meses, 3 meses…. pero las negociaciones no son diarias ni semanales (salvo casos puntuales u operaciones puntuales), ya que esto es operativamente complejo y hace inviables los contratos a más largo plazo.
Es decir, el valor que recibe el transportista por el servicio de carga no varía tanto, pero los costos comenzaron a variar mucho, con aumentos mucho más representativos que los ocurridos en años anteriores.
Como el margen de ganancia de los transportistas (especialmente los autónomos) es muy magro, esta variación impredecible del gasóleo generó una situación insostenible, hasta el punto de que, en muchos casos, el precio recibido por el flete no cubre todos los costes del transportista. .
Como la recuperación económica aún no se ha dado de manera consistente, las empresas contratistas de transporte tampoco tienen aliento suficiente para pagar mucho más por el flete, al mismo tiempo que los transportistas no pueden “pagar por trabajar”.
Por estas razones, los principales reclamos en las negociaciones de los huelguistas con el gobierno estuvieron relacionados con los precios del diesel y la previsibilidad de los cambios.
Ahora se discute el establecimiento de una tarifa mínima a pagar por el flete, acción poco probable que se construya en el formato de una economía de libre competencia, basada en la ley de la oferta y la demanda, donde la regulación de precios es imprudente y difícil de parametrizar. .