La llegada de 2019 trae consigo la expectativa de nuevos aires para el sector del Transporte. En las promesas del ahora presidente está la reanudación de las inversiones en infraestructura de transporte, que se han ido tambaleando y perdiendo fuerza tras registrar, en 2010, el pico de los últimos 30 años. Ya hay señales de atracción de inversiones de hasta R$ 7 mil millones con concesiones para el sector privado de vías férreas (operación del tramo sur de la ruta Norte-Sur), 12 aeropuertos y 4 terminales portuarios, todos previstos en las Alianzas y Programa de Inversiones (PPI) del gobierno Temer.
Sin embargo, se necesita más. El agronegocio está buscando una solución para ampliar el flujo de su producción por los puertos de la región Norte, y las apuestas están en Ferrogrão, cuyo aviso público de construcción está previsto para el segundo trimestre de este año. Otro proyecto que necesita ser desbloqueado es el Ferrocarril de Integración Oeste-Este (FIOL), cuyas obras ya comenzaron en algunos tramos, pero aún están lejos de terminar. Finalmente, también corresponde al nuevo gobierno proceder con las prórrogas de los contratos ferroviarios, que pueden traer nuevas inversiones al sector y acelerar las concesiones portuarias.
El lado positivo es que todas estas acciones están en el radar del nuevo Ministro de Infraestructura, con la promesa de que despegarán lo antes posible. Pero, para apoyar el ansiado crecimiento económico a tasas del 5% anual, Brasil también necesitará una mayor integración entre los diferentes modos, además de incentivar el uso de modos más eficientes para largas distancias, como el cabotaje y el ferrocarril. Al fin y al cabo, las rutas de más de 2 km recorridos por camiones son ineficientes y solo traen pérdidas a los transportistas, cargadores y la sociedad en general, que termina pagando precios más caros y aún sufre de congestión vial.
¿Y cómo fomentar el uso de modos alternativos a la carretera? Primero, es a través de una política de transporte integrada, diseñada para aprovechar lo mejor de cada modo en beneficio de los cargadores de carga, los transportistas y el consumidor final. Este paso ya se dio el año pasado, con el lanzamiento de Política Nacional de Transporte, que trae un cuaderno con estrategias para todos los modos dirigido precisamente a esta integración. Estas estrategias, sin embargo, deben despegar para que realmente traigan beneficios.
El segundo paso para expandir el uso de modos alternativos a la carretera es incentivar el transporte multimodal, viabilizando la figura del Operador de Transporte Multimodal (OTM). Actualmente, las dificultades fiscales y tributarias y el exceso de burocracia traen inseguridad a los operadores logísticos y cargadores de carga, quienes terminan optando por utilizar un solo modal, invariablemente por carretera. Para que el transporte multimodal se aproveche al máximo es fundamental que realmente se vea como una sola actividad de transporte y no como una suma de uso de modales como ocurre actualmente.
Finalmente, el gobierno debe tener mucho cuidado al otorgar beneficios o subsidios en el sector Transporte. Estos beneficios deben otorgarse además de una planificación integrada del transporte y no para aliviar uno u otro modal. Deben ocurrir de tal manera que el gobierno garantice que no haya más distorsiones como las que están ocurriendo actualmente, en las que una carga puede salir de São Paulo y llegar a Belém en camión, en lugar de utilizar el transporte de cabotaje.
Referencias: