Las empresas adoptan diferentes políticas en cuanto a la formación de sus empleados. Algunos buscan contratar a personas que ya hayan realizado cursos específicos y se hayan formado de forma independiente, mientras que otros buscan desarrollar su equipo internamente, ofreciendo formación especializada e incluso creando universidades corporativas.
Así, la decisión de formación puede provenir directamente del empleado, o puede provenir de los niveles gerenciales del área específica de la empresa en la que está destinado el empleado, o aún puede provenir de las políticas de RRHH de la empresa.
En el área de Logística, la encuesta realizada por ILOS en el último Foro Internacional de la Cadena de Suministro mostró que un gran número de empresas brasileñas ofrecen cursos para su personal, siendo el superior inmediato el principal responsable de seleccionar los cursos prioritarios.
Figura 1 – Inversión de las empresas en la formación de sus equipos
Fuente: ILOS (encuesta realizada a ejecutivos de logística en el International Supply Chain Forum 2015)
Las empresas que optan por adoptar una política de capacitación corporativa generalmente buscan mantener una fuerza laboral calificada y motivada, ya que la oferta de cursos es un gran atractivo para la retención de personas y un excelente generador de equipos calificados.
La elaboración de un Plan de Formación es la mejor manera de que las empresas decidan qué formación debe priorizarse. Un Plan de Formación tiene como objetivo identificar qué competencias se requieren para cada función, comprobando cuáles son los empleados con más carencias, priorizando así los cursos a ofrecer. La elaboración de este plan es un proyecto que involucra tanto a los líderes como a los profesionales que serán capacitados.
De forma resumida, los pasos para la elaboración de un Plan de Formación son:
1. Lista de habilidades requeridas para cada rol
Por ejemplo, el equipo que se ocupa del transporte debe conocer los temas: costos de transporte, indicadores de desempeño, tercerización logística, gestión de flotas, logística fiscal, gestión de proyectos, entre otros.
2. Clasificación de la importancia de cada una de las habilidades para cada rol
Por ejemplo, se puede adoptar una escala de 1 a 3, donde 3 es una competencia Esencial, 2 es una competencia Deseable y 1 es una competencia Oportuna.
3. Identificación del nivel ACTUAL de conocimientos del equipo en cada una de las competencias
El mapeo del nivel actual del equipo se puede hacer a través de una autoevaluación del empleado, y también a través de la evaluación del gerente sobre el desempeño de su equipo.
4. Definición, junto con los líderes, del nivel DESEABLE del equipo en cada una de las competencias
Por ejemplo, es necesario definir si el equipo que realiza una determinada función debe tener conocimientos básicos de Excel, o Excel avanzado con creación de macros en VBA.
5. Priorización de competencias a desarrollar
Las competencias a desarrollar deben ser aquellas catalogadas como Esenciales y también aquellas con mayor brecha de desarrollo, es decir, aquellas en las que el nivel actual del equipo está más alejado de lo deseable.
6. Descripción del programa de formación prioritario a desarrollar por la empresa para sus empleados
El menú de entrenamiento del equipo es el resultado final del Plan de Entrenamiento. A partir de ahí, la empresa podrá definir si ofrecerá cursos in company, o si enviará a sus empleados a participar de cursos abiertos que se ofrecen en el mercado. También es prerrogativa de la empresa decidir si los cursos serán presenciales o en línea, y con qué frecuencia se ofrecerán.
Figura 2 – Ejemplo de priorización de competencias en un Plan de Formación
Fuente: OIT
Los Planes de Capacitación deben revisarse periódicamente, especialmente después de que se hayan ofrecido los cursos prioritarios. Esto se debe a que los cursos impartidos pueden haber abordado las principales deficiencias de formación de los empleados, cambiando así las prioridades de formación para la siguiente ronda de cursos que se impartirán al personal.