El diario Financial Times publicó este miércoles 09/03/2016 un interesante reportaje comentando un estudio que apunta a que la obsesión por construir y utilizar portacontenedores cada vez más grandes puede estar llegando a su fin.. Aunque su contenido es un poco diferente, el informe me inspiró a reflexionar sobre la impresionante evolución en el tamaño de este tipo de buques en los últimos 20 años, pasando de una capacidad de alrededor de 8.000 TEU a más de 19.000 TEU, lo que refleja el crecimiento de comercio global, particularmente en rutas de larga distancia desde Asia.
La consolidación de China y otros países del este de Asia como principales exportadores de productos manufacturados exigió una mayor capacidad de manejo de los portacontenedores y comenzó una carrera para construir barcos cada vez más grandes con más capacidad de carga. En un escenario de expansión del comercio mundial, es natural que el foco esté puesto en la eficacia, es decir, poder aumentar el “output” del proceso, en este caso, la capacidad de transportar cada vez más mercancías.
Sin embargo, la disminución de las exportaciones de China y la contracción de la demanda mundial de materias primas, lo que indica un debilitamiento del comercio mundial, hace que las navieras comiencen a cuestionar la eficiencia de sus operaciones con buques de gran porte, que tienen altos costos de operación y diversas restricciones, que limitan su uso a un pequeño grupo de puertos capaces de recibirlos. El nuevo escenario obliga a las empresas a ser más flexibles y eficientes, lo que puede ser posible con barcos más pequeños.
Esta constatación, de que no siempre lo mejor es ser el más eficiente y operar con buques de mayor tamaño, es válida para cualquier tipo de operaciones y empresas que se encuentren en una situación de restricción de volumen, obligando a reflexionar sobre si las prácticas adoptadas durante el período de expansión de la demanda siguen siendo los más adecuados para los retos que se presentan en estos momentos.