Todos son unánimes en decir que Brasil necesita invertir en ferrocarriles, hidrovías y cabotaje para hacer más eficiente su matriz de transporte de carga. No cabe duda, sobre todo para el transporte de grandes volúmenes a largas distancias, lo que reduciría costos para las industrias nacionales y también reduciría la emisión de gases contaminantes a la atmósfera.
En la matriz de transporte presentada por ILOS recientemente en nuestro Foro Internacional de la Cadena de SuministroActualmente, Brasil tiene solo el 21% de la producción que pasa por los ferrocarriles nacionales, mientras que el transporte acuático maneja alrededor del 13% de la carga. En cambio, en China, más del 50% de la producción se envía por vía fluvial y, en Estados Unidos, el 30% de las cargas se realiza por vía férrea. En otras palabras, aún queda mucho trabajo e inversión por hacer en Brasil para mejorar la competitividad de nuestros productos en el mercado internacional.
Figura 1 – Matriz de transporte de carga en Brasil, en 2016
Fuente: OIT
Lo que los más atrevidos acaban olvidando es que tan importante como invertir en modos alternativos es invertir en carreteras. Si bien no deben transportar más del 60% de la producción nacional, como ocurre actualmente, las carreteras son parte fundamental de la red logística de cualquier país, pues amplían su capilaridad y permiten que los productos lleguen a las puertas de hogares y empresas.
Sin embargo, en Brasil, la infraestructura de esta parte fundamental de la red logística aún es bastante precaria, especialmente si se compara con otras potencias económicas. Mientras Brasil tiene casi 25 km de carreteras pavimentadas por cada 1.000 km2 de superficie terrestre, Estados Unidos tiene 438 km y China 360 km.
Además de la baja densidad, Brasil también sufre por la mala calidad de su red de carreteras pavimentadas. En una encuesta presentada a principios de noviembre, la Confederación Nacional del Transporte (CNT) arrojó que el 28,2% de las carreteras nacionales están en mal estado o pésimas y el 33,6% son apenas regulares, considerando temas como pavimentación, señalización y geometría vial.
Es decir, en la actualidad, más del 60% de la producción nacional se destina, en gran parte, por carreteras inadecuadas, condición que ya había sido señalada por la propia CNT en otro estudio reciente sobre el transporte de mercancías. Como resultado, las empresas ven crecer aún más sus costos con un mayor mantenimiento de la flota, mayores costos de combustible, menor productividad de los vehículos, además de las pérdidas causadas por accidentes.
No es casualidad que Brasil ocupe el puesto 103 en calidad de infraestructura vial, en el ranking organizado por el Foro Económico Mundial, que reúne a 137 países analizados. En la encuesta, Brasil recibió una puntuación de 3,1, en una escala que varía entre 1 (estructura extremadamente subdesarrollada) y 7 (estructura extensiva y eficiente), mientras que Chile lidera en América del Sur, con una puntuación de 5,2 (puesto 24 en la clasificación general). clasificación). La matriz inadecuada y la mala calidad de las carreteras brasileñas también explican, en parte, la mala ubicación de Brasil en el ranking de Comercio Internacional organizado por el Banco Mundial y comentado por mi en el ultimo post.
Para salir de esta encrucijada que afecta su futuro, Brasil debe no solo invertir en infraestructura de transporte, sino invertir en transporte de forma planificada y objetiva, analizando las necesidades del país como un todo y no de un modal específico. El transporte debe pensarse de manera integrada para lograr que sus usuarios disfruten de todos los beneficios que cada modo puede generar.
Referencias
Foro Económico Mundial – Informe de Competitividad Global – 2017/2018