Como era de esperar, ya han surgido algunas empresas que se hacen llamar el “Uber” del transporte de carga. Una simple búsqueda en Internet identifica de 5 a 10 empresas con este propósito sin mucho trabajo.
Como marketing, prometen hasta un 30% en reducción de fletes. Por lo tanto, migrar a este servicio es una fuerte tentación. Vale la pena recordar que el flete suele ser responsable del 60% de los costos logísticos de una empresa.
Para los transportistas y contratistas de transporte, este nuevo mundo puede presentar buenas oportunidades. La mayor demanda de niveles de servicio por parte de los usuarios ha hecho que las aplicaciones sean más robustas, reflejando cada vez más la realidad del día a día y permitiendo a los contratistas la posibilidad de indicar el vehículo y el perfil de conductor que desean tener. Por cierto, los conductores o vehículos mal evaluados no suelen consolidarse en este nuevo modelo de negocio.
Un desafío es renunciar al contrato fijo, que garantiza la disponibilidad de la flota y un nivel de servicio acordado, para migrar a contratos 100% spot. En tiempos de mayor acaloramiento económico, esto puede no funcionar, dado que, en general, estas aplicaciones utilizan la ley del mercado (oferta y demanda) y, por tanto, a mayor demanda, más caro el servicio.
Por otro lado, en tiempos de gran ociosidad en el transporte de carga, como el actual clima económico, estas aplicaciones sí pueden representar una buena oportunidad.
La migración requiere cautela y un estudio más detallado, en el que se analicen las características operativas involucradas. Para operaciones dedicadas, el modelo “Uber” generalmente no se aplica. Para las empresas más preocupadas por la flota, también se debe prestar un poco más de atención, dado que, normalmente, los autónomos son los mayores proveedores de carga y, en consecuencia, la flota tiende a ser más antigua.
En cualquier caso, la tecnología existe, está disponible y corresponde a cada empresa evaluar si vale la pena o no ingresar a esta nueva modalidad.