A pesar de todos los problemas estructurales de acceso, tanto por mar como por tierra, Santos sigue siendo el puerto de contenedores más grande del país y es poco probable que pierda esta posición en el futuro cercano. Sin embargo, el puerto vive actualmente una nueva y compleja configuración de exceso de capacidad influenciada por la regulación de puertos, publicada en 2013, y también por la reciente crisis económica que afecta al país desde 2015. Así, aquel viejo escenario de embotellamientos de camiones, terminales con cuello de botella y falta de capacidad de manejo dieron lugar a un contexto de ociosidad, guerra de precios e intensa competencia por la carga en gran parte del puerto.
Ante esta desaceleración de la demanda y la mayor capacidad ofrecida, las grandes terminales de contenedores de Santos enfrentan el desafío de tratar de mantener los niveles de rentabilidad y actividad operativa de años anteriores, lo que viene sucediendo en gran medida a través del almacenamiento. Al tratarse de una operación que no depende del uso de zona húmeda, las principales terminales portuarias muchas veces prefirieron enfocarse en la operación portuaria y trasladaron la actividad de almacenamiento a las TRA (Terminales Aduaneras de Retroceso), que realizaron todos los trámites legales para nacionalización y despacho aduanero, además de toda la logística de entrega al cliente final de la carga. Sin embargo, este escenario ha cambiado y hoy muchas terminales compiten directamente por esta carga de almacenamiento, con el diferencial de realizar toda la operación en la misma zona de descarga de la carga, es decir, sin necesidad de un tramo de transporte adicional.
Uno de los puntos principales de esta nueva realidad competitiva en el mercado del almacenaje son los contenedores con cargas fraccionadas de múltiples clientes diferentes, los llamados LCL (Less than Container Load). La operación de descarga y nacionalización de cada una de estas cargas fraccionadas puede generar una rentabilidad comparable a la de un contenedor de carga cerrado, es decir, la operación de un contenedor LCL de 10 clientes diferentes puede llegar al nivel de rentabilidad de 10 contenedores de un solo cliente, lo que hace muy atractivo este tipo de almacenamiento aduanero.
Aún con la posible recuperación de la economía prevista para los próximos años, Santos no debería volver tan pronto al escenario anterior. Lo cierto es que, en este momento de baja demanda, cada enlace presente en el puerto de Santos está tratando de reinventarse en busca de nuevas formas de ingresos.